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CURAÇAO

Curaçao, es un tesoro poco conocido en el Caribe, la isla reúne los ingredientes de las playas caribeñas perfectas, arquitectura holandesa y un idioma dulce como su gente.

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Curaçao es un territorio autónomo del reino de los Países Bajos, pero fue colonia española y holandesa, sufrió invasiones inglesas y recibió a una gran cantidad de inmigrantes judíos expulsados de Portugal y de Brasil. Esto, sumado a las poblaciones originarias que habitaban en el lugar y a la gran cantidad de esclavos provenientes de África, explica su rica y diversa cultura.

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Willemstad es el centro de la ciudad y concentra bares, hosterías, boutiques y mercados. Esta parte está dividida por la bahía de Santa Ana y tiene un gran puente flotante que une Punda y Otrobanda. Cada área es bellísima para recorrer, pero quizás la mejor vista sea la que se obtiene desde el puente, hacia ambos lados. Varias veces al día, esta construcción se "abre" para dar paso a las embarcaciones y es todo un espectáculo. Existe un ferry que cruza de forma gratuita y resulta un lindo paseo sobre el agua. 

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La isla tiene una superficie de 444 kilómetros cuadrados y gran parte del territorio es virgen y natural. Existen decenas de playas distintas para disfrutar, y muchas de ellas son públicas. Entre una y otra se deben recorrer algunos kilómetros y el paisaje sigue siendo sorprendente. 

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La capital de Curazao hay que recorrerla a pie, perderse entre sus callejuelas para desentrañar vestigios de épocas coloniales, descubrir las majestuosas haciendas de antaño o deambular entre tiendas de artesanías, galerías de arte o bares como el tradicional Netto Bar de cuyo techo cuelgan toda clase de cachivaches, balones, cuadros, y que sirve el famoso Rom Berde, con un fuerte sabor a Anís. En Curazao la gastronomía se teje con retazos de sabores holandeses, españoles, africanos y hasta asiáticos, con ingredientes de aquí y de allá.

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En la isla, el mestizaje entre holandeses, afroamericanos y latinos está en todas las facetas; su entrañable factor humano se ha tejido a base de patrimonio europeo y raíces africanas. Desde la gastronomía, hasta la religión, pasando por la lengua, el mestizaje es evidente. Aunque el idioma oficial de la isla es el holandés, los locales dominan el inglés y el español, y aún conservan el papiamento, una lengua inventada por los esclavos que combina lenguas africanas y europeas.

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​En la costa norte, de cara al Atlántico, las olas revientan con fuerza en las rocas del Parque Nacional Shete Boka, unas 200 hectáreas de calas y ensenadas donde tres especies de tortugas depositan sus huevos. Más allá de las playas y del mar, hay tesoros naturales como las Cuevas Hato con impresionantes estalactitas y estalagmitas y dibujos de hace 1.500 años o el Parque Nacional Christoffel con senderos para explorar su exótica vida salvaje, rutas de observación de aves y recorridos históricos.

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